Una vez que hayas creado tu presupuesto, mantén un registro de tus ingresos y gastos reales. Así sabrás siempre la diferencia entre lo presupuestado y lo gastado.
¿Gastas más de lo que ganas cada mes? Por lo general, los problemas surgen cuando pasan varios meses en los que tus gastos superan tus ingresos y debes empezar a usar ahorros para afrontar deudas. Es ahí donde tu señal de alerta se debe activarse.
Si la situación lo permite, podrías buscar fuentes adicionales de ingresos. Pero como normalmente no está en nuestras manos aumentar los ingresos, lo habitual es tener que reducir gastos.
Una vez que comiences a llevar un registro, te sorprenderá lo que gastas en cosas superfluas como cafés afuera o entretenimiento. Aprovecha esta herramienta y toma mejores decisiones sobre tu dinero.
No olvides anotar el monto que realmente recibes cada mes. Si recibes un sueldo, asegúrate de apuntar el neto que cobras, luego de descontar tus impuestos, no el monto bruto. Muchas veces los impuestos los deducen automáticamente en nuestro trabajo, pero si en tu caso no es así, recuerda incluirlos como otra categoría en tus gastos. Si recibes dinero de alguna fuente que no aparezca en la lista, anota esa fuente y el monto que recibes bajo “otros ingresos”.
El objetivo del ordenamiento financiero es que nuestros ingresos cubran todos nuestros gastos, incluido el 5 - 10% destinado al ahorro mensual. Una vez que hayas identificado tus flaquezas y sepas dónde recortar, revisa tu presupuesto y síguelo al pie de la letra.