La clave está en que aprendas a priorizar tus gastos, no en privarte de lo que te hace feliz.
Ya hablamos de necesidad y deseo. Mantente firme en lo que definiste dentro de cada columna de gastos y sigue esa conducta hasta que logres estabilizarte.
La hipoteca o alquiler de la casa y las cuotas de otros préstamos. Su importe no varía mucho mes a mes, son difícilmente negociables y hay que pagarlos primero y sin falta.
Como comida, ropa, electricidad, transporte, etcétera. Podemos ahorrar en este tipo de gastos si hacemos un uso racional de ellos (apagando lámparas de ambientes vacíos, abriendo la refrigeradora sólo cuando sepamos lo que necesitamos, cambiando los focos regulares por los ahorradores). Sé creativo. Un poquito aquí, un poquito allá.
Todos los demás gastos que, en caso de necesidad, se podrían reducir o eliminar, pues no son imprescindibles. Cuando debas recortar, empieza por aquí (suscripciones de revistas que no se leen, las comidas fuera de casa, salidas todo el fin de semana, por ejemplo).